miércoles, 26 de noviembre de 2008

ORTEGA MURILLO, MIEDO AMURALLADO

Cristiana Chamorro Barrios


El dispositivo de seguridad y las nuevas murallas que hoy protegen las calles aledañas a la casa particular, despacho presidencial, oficina del partido y medios oficiales de la pareja Ortega Murillo son sólo una expresión del tamaño del miedo que le tiene la pareja presidencial y su familia al pueblo de Nicaragua.

Construcciones como éstas en la historia nos remontan al periodo final de Tiberio, el tirano que se encerró en la isla de Capri para gobernar durante sus últimos años y cultivar dentro de su fortaleza su resentimiento y misantropía.

Cada vez que paso por los alrededores del parque del Carmen pienso en la isla de Capri que Pablo Antonio Cuadra, en sus escritos "Rapto por Europa", describió como el mito del aislamiento de los tiranos.

Su lección dice que "toda tiranía, indefectiblemente, se construye una isla (isla rodeada de serviles y de espadas, una isla separada del mundo por adulación y miedo); y una vez en su isla, alejado y temeroso de su pueblo, el tirano se precipita, de crueldad en crueldad y de arbitrariedad en arbitrariedad, hasta su final". Lo de Pablo Antonio lo leo como una profecía para los Ortega Murillo y nos abre la imaginación para figurarnos el ambiente de pánico que se vive en la nueva ciudadela amurallada de nuestra capital.

Debe ser un infierno, porque como dicen los estudiosos en el tema, sentir miedo es desagradable, pero vivir amedrentados seguramente resulta insoportable.

Es fácil imaginarse los grandes temores que aquejan a los Ortega Murillo. Sin duda se tienen miedo entre ellos mismos, por su pasado de inmoralidad frente al caso de Zoilamerica, la traición a los principios de la revolución y el pacto corrupto con Alemán; miedo al presente por la incapacidad, falta de coherencia y eficacia que aqueja al presidente y el manifiesto repudio internacional y nacional que permanentemente le expresamos la mayoría de los gobernados.

Y seguro, miedo al futuro que ya está escrito en la historia de otras familias gobernantes que se creyeron emperadores vitalicios en sus ciudades amuralladas.

La mayor prueba es que le tienen miedo hasta a la luz del día y por eso sus actos públicos son de noche. Viven como "venaditos entre sus huerta", presos en su propio país y gobierno porque casi nadie, excepto Chávez y su grupo, los recibe en el extranjero.

Y si viajan, la red internacional del Movimiento Autónomo de Mujeres en Nicaragua no los dejan salir de sus hospedajes, como sucedió en Nueva York cuando viajaron a Naciones Unidas y Ortega no pudo dar su discurso, ni llegar a la entrevista con el secretario general. Les atemorizan las marchas blancas, la unidad de los partidos y, por supuesto, la observación electoral porque saben que van a perder.

La defensa cobarde del poder atemorizado es el uso político del miedo que abusa del poder para convertirlo en arma de dominación política y control social.

Su método no es dar nunca la cara, sino la creación permanente de falsos escenarios de inseguridad ciudadana, delitos inventados y linchamientos políticos, como el que le tienen montado al periodismo independiente, a las ong y particularmente a las mujeres feministas de Nicaragua, quienes provocan el principal miedo de la pareja presidencial, el que le tienen al fantasma de Zoilamerica, que aunque renuncie a su acusación, los persigue por todas partes.

Entre más miedo tienen, más acciones represivas sacará del cofre neofascista la pareja presidencial. Los primeros anillos de la represión son los del insulto, la acusación falsa, la degradación de la víctima y su familia.

El segundo anillo represivo es el que indica la orden de salida a las turbas, la intimidación y la amenaza directa.

Finalmente, cuando los anillos del dedo pulgar se colocan hacia abajo, como en los tiempos de Tiberio, significa que hay que montar la farsa judicial con jueces y fiscales que dan lástima por su nivel de servilismo y sometimiento al miedo de sus patrones.

Es verdad que el sonido de los anillos de la represión ha logrado efectos no deseados: sembrar sentimientos de miedo en algunos sectores de la sociedad.

El miedo se ha convertido en un tema de conversación y denuncia como las del poeta Ernesto Cardenal y el periodista Edgard Tijerino, pero es diferente al de los Ortega Murillo. Un sentimiento de miedo asusta menos que vivir como la familia presidencial atemorizada frente al pueblo y aislada en su propia cárcel.

En cambio, el nicaragüense tiene la libertad de identificar su miedo, verlo a la cara, denunciarlo y en unidad nacional concretizar su origen hasta vencer de nuevo el totalitarismo.

En circunstancias terribles Nelson Mandela dijo: "No es valiente quien no siente miedo, sino quien sabe conquistarlo".

Otro ejemplo es el de Raúl Rivero, el poeta y periodista preso cubano que dice: "En mi miedo mando yo" y aseguran los que le conocen: "No es que no lo sienta, es que lo administra con el valor de quien sabe que enfrenta un monstruo totalitario que tiene sus días contados".

Igual, mi padre Pedro Joaquín Chamorro nos enseñó que "cada quien es dueño de su propio miedo".

Se refería al tamaño de la soga de nuestra libertades ciudadanas e individuales, la que pueblos enteros asumen juntos o se dejan arrebatar.

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