miércoles, 26 de noviembre de 2008

Peligra la democracia nicaragüense


Tomado del editorial La Nación de Buenos Aires, Argentina, publicado el lunes 24 de noviembre


Una densa sombra de fraude flota sobre los cuestionados resultados de las recientes elecciones municipales nicaragüenses que el oficialismo, o sea el Frente Sandinista de Liberación Nacional, que responde a Daniel Ortega, habría manipulado y despojado así del triunfo a la principal fuerza de la oposición, la Alianza Partido Liberal Constitucionalista. Esto habría ocurrido particularmente en la capital, Managua, en la que Ortega intenta coronar como alcalde de la ciudad al ex campeón mundial de boxeo Alexis Argüello, un hombre de discutible idoneidad para el cargo.

Desde los más diversos rincones de la sociedad nicaragüense se exige insistentemente al Consejo Supremo Electoral un recuento de votos honesto y generalizado. Así lo ha reclamado hasta la propia Conferencia Episcopal Nicaragüense, preocupada por el rumbo elegido por la administración de Daniel Ortega.

No obstante, Ortega ha respondido a la manera de los autoritarios, sacando sus piqueteros y matones organizados a las calles de Managua y León, encapuchados y con las caras cubiertas, armados de palos y cadenas, con el propósito de impedir que las protestas espontáneas del pueblo se concreten, apoderándose para ello del escenario natural de las protestas. Las calles están ahora en manos de personajes siniestros, que hacen recordar a varios de los que aquí hacen lo mismo.

A ello se agrega haber decidido paralizar intempestivamente a todas las instituciones del Estado y haber sacado a las calles a los empleados públicos para que respaldaran a los grupos de choque.

En paralelo, se ha agredido sistemáticamente a muchos periodistas que pretendían cubrir lo sucedido, a tal punto que se generó una fuerte protesta de la propia Sociedad Interamericana de Prensa.

Como si ello fuera poco, se está instrumentando una implacable campaña contra el tradicional Diario LA PRENSA, de la familia Chamorro, algunos de cuyos miembros están siendo sistemáticamente hostigados judicial y administrativamente, lo que también es reprobable y vergonzoso.

Los peligrosos incidentes callejeros en Managua se han generalizado y ya han generado muertos y decenas de heridos. Presagian una nueva etapa de violencia para Nicaragua, que todavía se está a tiempo de impedir. Para ello es imperioso respetar la voluntad popular expresada en las urnas, haciéndola transparente. Una vez más, el sandinismo parece haberse quitado la máscara y exhibe lo peor de sí, recurriendo a dos males conocidos: el fraude y la violencia

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